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Por , 23 de marzo de 2017

El renacer de Ramón Quichiyao

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Columna de Mario Guarda sobre el legado que nos deja el profesor y poeta

Asistimos a despedir a don Ramón hasta su última morada, se fue junto con la llegada del otoño, cuyo avance irá aminorando el sentimiento de pérdida que inevitablemente nos deja la partida de aquellos que se han ganado nuestra estima.

Para muchos Ramon Quichiyao es parte de nuestra infancia, recordado en las salas y pasillos de la Escuela Fiscal, luego llamada “la Balmaceda”,  o más atrás en el tiempo enseñando en la escuela Rural de Nontuelá, de hecho escribió la letra de los himnos de ambos establecimientos. Hombre multifacético que se desarrolló en diversas áreas; creó la Escuela de Fútbol, de donde emergieron jóvenes talentos del deporte local que luego formaron parte de los distintos clubes de la comuna y dieron triunfos a sus equipos.

Un incansable senderista que recorrió con amigos y estudiantes lugares y cumbres como cerro Huequecura, Pico de Toribio,  Riñinahue, Rupumeica, Huapi, Cerrillos, Chihuío y tantos otros lugares. Promovió la primera vuelta ciclística al lago Ranco, cuando los caminos eran de ripio y él nunca habló de competir, sino de conocer.

Como buen relator incursionó en radio y escuchamos cada domingo, por 12 años, el espacio “Ecosintonía, programa del Medio Ambiente, la Cultura y la Ecología”, y nos mantenía enganchados buscando la respuesta a una adivinanza.

Sin embargo en lo que destacó mayormente y le llevó a encontrar reconocimiento a nivel nacional e internacional fue en su faceta de poeta y escritor. Con seis libros publicados es un indiscutido exponente de las letras en la región.

REFERENTE DE LA CULTURA Y EL ARTE

Su nombre se fue convirtiendo en referente de cultura y arte, formó estudiantes para que desarrollaran la poesía, participó como expositor y jurado en incontables actividades y eventos ligados a la poesía, la música, el teatro, etc., y también como investigador nos reveló a tiempo la estadía de un Premio Nobel de Literatura en nuestra comuna, e impulsó la idea de crear la hoy llamada “Ruta de Neruda”.

Sus méritos y logros fueron reconocidos con varios premios a lo largo de su carrera, incluso en el 2014 se convirtió en el primer Hijo Ilustre de Futrono, pero por ese mismo tiempo un enemigo silencioso lo llevó a replegarse en su hogar, al cuidado cariñoso que le entregó su familia.

Su condición de salud lo forzó al retiro, sus talentos se apagaron, sus recuerdos se nublaron, pero fíjense bien; no hubo triunfo del inaceptable destino pues no nos pudo quitar a este hombre que ahora en su despedida realmente vuelve a nacer, porque ahora comienza a manifestarse el valor de su legado, el lugar que su persona ocupa en cada uno de nosotros y ocupará en nuestra historia en el futuro.

LA HERENCIA DE RAMÓN QUICHIYAO

En la despedida hemos recuperado al Ramón Quichiyao profesor, el Ramón escritor, el Ramón poeta, el futbolista, el viajero, el que sube cerros y recorre senderos en las cordilleras, el “contador” de historias, el que narra anécdotas propias y ajenas con su característico estilo, el que escuchamos atentos en la radio hablando de ecología y explicando el cuidado del medio ambiente cuando nadie más lo hacía, el que investiga y acerca los tiempos de antes a las nuevas generaciones, el que habla de Neruda como quien habla de un amigo, el que regaló un breve relato para cada esquina del pueblo y un verso para cada sector de Futrono.  

Ramón Quichiyao ya es parte del azul que llama a quienes reconocen y honran las raíces ancestrales de la tierra que sustenta la vida, y también es parte definitiva de Futrono y su gente, siendo su nombre en más de un sentido una brújula que señala y guía sobre el mapa de esta comuna algunos senderos materiales e inmateriales a seguir recorriendo. El tiempo dirá.

Sus libros y textos se fortalecen, sus méritos revitalizan su figura, su tranquila presencia permanece en la memoria individual y colectiva de quienes lo conocimos, en base a ello tenemos que asimilar el hecho de que nos encontramos ante una herencia como nadie antes nos había dejado, llena de humanidad, con toda su retórica abrazando la belleza del paisaje desde cada montaña hasta cada hoja, cargada de sentido cariño por este territorio y su gente.

Por ahora sólo decir gracias y buen viaje Ramón Quichiyao, hasta siempre profesor, aunque también es una bienvenida, pues en tu partida has renacido.

Imagen, gentileza familia Quichiyao-Figueroa.

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